jueves, 21 de noviembre de 2013

Gimnasio... por fin

Pues fui al gimnasio, como cualquier otra mujer, me metí en el ascensor, donde se hizo un silencio sepulcral... no sé si por mi o por qué, porque no miré a nadie (me iba a comer el móvil, lo reconozco, de tanto mirar para abajo...) 

Entré a la sesión de spinning (bici estática, vaya) y nada, ajusto el sillín, empiezo a pedalear... pues lo de siempre, sólo que esta vez, en el espejo, estoy yo ^_^ Nadie dijo nada, ni bueno ni malo, simplemente se esforzaban en respirar y pedalear. Supongo que por la emoción, pero me hice una sesión digna de una maratón: 167 pulsaciones de media, 195 de máxima! Como si tuviera 25 años, ja ja ja! 

Terminamos, me voy al baño de discapacitados (es individual, tiene cerrojo y no hay que ver a nadie), me cambio de camiseta, y me voy para mi casa. Nada más. Y nada menos. 

En vez del ascensor me bajo por la escalera, y voy recorriendo planta por planta el centro comercial en el que está el gimnasio. Está casi vacío, pero me apetece respirar aire, y no ocultarme. Ver los escaparates que casi me sé de memoria, esta vez sin disimulo, con regodeo. Para casa, ducha, cena y a dormir. 

Es chocante, pero pensaba que la sensación iba a ser más de vértigo. Pues no: está siendo de una serenidad apabullante, tranquilidad, paz. Como el pájaro que levanta, por fin, el vuelo, y se dice sin sorpresa "claro que vuelo, normal, soy un pájaro". Y sí, mucha, mucha, mucha impaciencia. Hoy, comiendo con mis padres, quería contárselo, pero otra vez no me he atrevido... necesito que lo sepan, ya, no puedo seguir mucho más tiempo así, pero... :/