Pues fui al gimnasio, como cualquier otra mujer, me metí en el ascensor,
donde se hizo un silencio sepulcral... no sé si por mi o por qué,
porque no miré a nadie (me iba a comer el móvil, lo reconozco, de
tanto mirar para abajo...)
Entré a la sesión de spinning (bici estática, vaya) y nada, ajusto el
sillín, empiezo a pedalear... pues lo de siempre, sólo que esta
vez, en el espejo, estoy yo ^_^
Nadie dijo nada, ni bueno ni malo, simplemente se esforzaban en respirar y
pedalear. Supongo que por la emoción, pero me hice una sesión digna
de una maratón: 167 pulsaciones de media, 195 de máxima! Como si
tuviera 25 años, ja ja ja!
Terminamos, me voy al baño de discapacitados (es individual, tiene cerrojo y no
hay que ver a nadie), me cambio de camiseta, y me voy para mi casa.
Nada más. Y nada menos.
En vez del ascensor me bajo por la escalera, y voy recorriendo planta por planta el centro comercial en
el que está el gimnasio. Está casi vacío, pero me apetece respirar
aire, y no ocultarme. Ver los escaparates que casi me sé de memoria,
esta vez sin disimulo, con regodeo. Para casa, ducha, cena y a
dormir.
Es chocante, pero pensaba que la sensación iba a ser
más de vértigo. Pues no: está siendo de una serenidad apabullante,
tranquilidad, paz. Como el pájaro que levanta, por fin, el vuelo, y
se dice sin sorpresa "claro que vuelo, normal, soy un pájaro".
Y sí, mucha, mucha, mucha impaciencia. Hoy, comiendo con mis padres,
quería contárselo, pero otra vez no me he atrevido... necesito que
lo sepan, ya, no puedo seguir mucho más tiempo así, pero... :/
No hay comentarios:
Publicar un comentario